EL DIOS QUE YO CONOZCO

8.06. Asiria desde Asurdán II hasta Salmanasar III (933-824 AC) - II

Sería desviarse demasiado seguir a Salmanasar III en sus numerosas campañas, de las cuales existen buenos registros en palabras y láminas. Sin embargo, es necesario dar un corto bosquejo de sus hazañas militares a fin de comprender la situación política del Asia occidental en tiempos de los profetas Elías y Eliseo.

El rey asirio primero conquistó a Til-Barsip, capital del poderoso Estado arameo de Bit-Adini en la parte superior del Eufrates. La población fue deportada a Asiria, y colonos asirios fueron trasladados a la región. Til-Barsip fue reconstruida y llamada "castillo de Salmanasar". De ahí en adelante esta ciudad llegó a ser la sede y el punto de partida de varias campañas contra ciudades-estados de Cilicia y Siria, cuya conquista abrió las minas de plata de los montes Tauro y los bosques de los montes Amano a los asirios, codiciosos de tierras.

En Siria una coalición de doce príncipes -entre ellos Acab de Israel- enfrentaron a Salmanasar en Qarqar en 853 AC. Adadidri, el bíblico Ben-adad de Damasco, era el dirigente de la coalición. Aunque el rey de Asiria pretendió con palabras altisonantes haber ganado una gran victoria, no pudo ocultar el hecho de que su primer encuentro con sus oponentes sirios terminó en el mejor de los casos en un empate, y quizá hasta en una victoria de los aliados. Sin embargo, Salmanasar no se olvidó de su objetivo, y en 848 hizo un segundo esfuerzo prácticamente contra la misma coalición. Nuevamente los aliados lo rechazaron, y aun su tercera campaña no fue un éxito rotundo.

Cuando Hazael sucedió a Adadidri en el trono de Damasco, el rey asirio marchó hasta la capital de Hazael y destruyó sus jardines de palmeras, pero no pudo tomar la ciudad. Jehú, de Israel, que había usurpado el trono y no estaba listo para luchar, creyó prudente pagar tributo. Este hecho está representado en el famoso obelisco negro de Salmanasar, que fue hallado en Cala y está ahora en el Museo Británico. El rey asirio llegó hasta el Mediterráneo junto al río del Perro, cerca de Beirut, avanzando así más al sur que cualquiera de sus predecesores. Allí hizo esculpir en relieve su retrato en la roca.

Salmanasar III también ganó algo de territorio hacia el norte y llegó hasta las fuentes del Tigris, donde ofreció sacrificios. Pero no atacó al fuerte reino de Urartu que, bajo el reinado de Sardur I, estaba resuelto a permanecer independiente. Más tarde, Salmanasar entró en la política babilónica en una ocasión en que dos hermanos se disputaban el trono. Permitió que Babilonia retuviese su independencia, pero puso de relieve el poder asirio ante el pueblo de la baja Mesopotamia al marchar hasta el golfo Pérsico y aceptar por el camino tributo de oro, marfil y pieles de elefantes de la región ubicada al sur de Babilonia, incluyendo el importante Estado arameo de Bit-jakin. La fama y el temor de Asiria habían llegado a ser tan grandes, que se le abrieron todas las puertas al rey. Pocas veces se obtuvo un éxito tan grande con tan poco esfuerzo.

Durante la mayor parte de su reinado, que duró más de 30 años, Salmanasar disfrutó de la fiel colaboración de su comandante en jefe (tartán) Daián-asur. Sin embargo, durante sus últimos años estalló una grave revuelta de los gobernadores, lo cual destruyó la obra de su vida. Desde allí en adelante, hasta su muerte en 824 AC, apenas pudo mantener su posición en Cala. No son claras las razones de esa revuelta, encabezada por uno de los hijos de Salmanasar, pero se basaban en el descontento provocado por la decisión del viejo rey en cuanto a su sucesor, o en su política exterior o doméstica.

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