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12.14 - La dinastía de Jehú (841 -752 AC).

Jehú (841-814 AC), que había sido ungido por un mensajero de Eliseo en Ramot de Galaad, no sólo puso fin a la dinastía idólatra de Omri sino que erradicó el culto de Baal hasta donde le fue posible.  Por este celo justiciero fue encomiado por el profeta, y se le prometió que sus descendientes se sentarían sobre el trono de Israel hasta la cuarta generación (2 Rey. 10: 30).  Por consiguiente, su dinastía reinó sobre el país durante unos 90 años, casi la mitad del período de existencia de la nación.  Sin embargo, Jehú no terminó con el culto del becerro de Jeroboam, y su reforma por lo tanto fue incompleta.

Rompiendo con la política de sus predecesores, Jehú voluntariamente se hizo vasallo de Salmanasar III y pagó tributo tan pronto como ascendió al trono. Este suceso está representado en los cuatro lados del obelisco negro de Salmanasar, ahora en el Museo Británico.  El rey hebreo -el primero de quien existe una representación de su misma época- aparece arrodillado ante Salmanasar, mientras que su séquito lleva como tributo "plata, oro, un tazón de saplu de oro, una vasija de oro con fondo puntiagudo, vasos de oro, baldes de oro, estaño, un báculo para rey y puruhtu de madera" (se desconoce el significado de las palabras en cursiva).  Probablemente Israel cambió su política para con Asiria a fin de obtener la ayuda de ésta contra Hazael de Siria, principal enemigo de Israel.

Los 17 años del reinado de Joacaz (814-798 AC) se caracterizaron por guerras continuas contra los sirios, los cuales oprimieron a Israel, primero bajo Hazael, y luego bajo su hijo Ben-adad III (2 Reyes 13:1-3).  El resultado fue que Israel perdió mucho de su territorio y su ejército, de manera que sólo le quedaron 10 carros, 50 jinetes y 10.000 infantes (vers. 7).  Una comparación de los 10 carros de Joacaz con los 2.000 de Acab revela la gran pérdida de poder que había sufrido el reino en 50 años.  No se sabe quién rescató a Israel de su triste suerte, porque no se identifica al "salvador" del vers. 5. Puede haber sido su hijo Joás (ver vers. 25), un rey de Asiria,  alguna otra persona.¹

El siguiente rey de Israel, Joás (798-782 AC), tuvo más éxito en sus guerras contra los sirios que el que había tenido su padre, y al vencerlos tres veces recuperó todo el territorio perdido por Joacaz (vers. 25).  Desafiado por Amasías de Judá, contra su voluntad tuvo que luchar contra el reino del sur: la primera guerra en 100 años entre las dos naciones hermanas.  Venció al ejército de Judá en la batalla de Bet-semes, tomó cautivo al rey, y entró victoriosamente en Jerusalén.  Derribó parte de las defensas de la ciudad, y se llevó vasos del templo, tesoros reales y algunos rehenes a Samaria (2 Reyes 14:8-14).

Los datos cronológicos exigen una corregencia entre Joás y su hijo, Jeroboam II, durante unos 12 años, la única corregencia de la cual haya evidencia en Israel. Joás puede haber tomado esta medida por prudencia política.  Conociendo el peligro que experimenta un Estado cuando repentinamente queda vacante el trono, probablemente designó a su hijo Jeroboam como gobernante asociado y sucesor cuando comenzó sus guerras de liberación contra Siria.  Así quedaba asegurada la continuidad de la dinastía aun cuando el rey perdiera la vida durante una de sus campañas.

Se registran 41 años de reinado de Jeroboam II (793-753 AC), incluyendo 12 años de corregencia con su padre, Joás.  Por desgracia poco se sabe de su reinado, que evidentemente fue próspero.  La Biblia sólo dedica siete versículos a su vida (2 Reyes 14:23-29), pero ellos indican que recuperó tanto territorio perdido, que su reino casi igualó en extensión al imperio de David y Salomón.  Con excepción del territorio ocupado por el reino de Judá, la extensión de su reino era prácticamente la misma que la de aquellos grandes reyes. Restauró el gobierno israelita sobre las regiones costeras y las del interior de Siria, conquistó Damasco y Hamat, y ocupó el sur de Transjordania hasta el mar Muerto, lo que significa probablemente que hizo tributarios de Israel a Amón y Moab.  Estas grandes ganancias sólo fueron posibles porque Asiria atravesaba por un período de debilidad política y no pudo interferir.

Jeroboam II fue evidentemente un gobernante fuerte, pero careció de la prudencia y la previsión de su padre.  De ahí que no tomara ninguna medida para garantizar la continuidad de su gobierno, y su reino se derrumbó casi inmediatamente después de su muerte.  Su hijo Zacarías sólo reinó seis meses (753-752 AC), y cayó víctima del complot asesino de Salum (2 Reyes 15: 8-12). Así terminó la dinastía de Jehú, y de allí en adelante el reino volvió rápidamente a la impotencia política que lo había caracterizado durante la mayor parte de su corta historia.


¹ Es probable que se refiera a Adad-nirari III, que reinó en Asiria, según el canon epónimo asirio o lista limmu, aproximadamente desde 810 hasta 782 AC.  En el 5º año de su reinado, o sea en 806 AC, Adad-nirari III relata una gran campaña militar al Mediterráneo durante la cual el rey de Siria fue subyugado y se lo obligó a pagar un elevado tributo.  Cuando los asirios aplastaron a los sirios, pusieron fin a las incursiones sirias contra Israel.

12.11. Los reyes de Israel - Omri (885-874 AC).

Omri llegó a ser el fundador de una dinastía, cuatro de cuyos reyes ocuparon el trono a través de un período de 44 años (885-841 AC). Al principio Omri tuvo que luchar con otro aspirante al trono, Tibni, que tenía considerable apoyo de parte del pueblo. Sólo después de cuatro años de lucha interna, Omri pudo exterminar a Tibni y a sus seguidores (1 Reyes 16:21-23). Esto resulta claro por las declaraciones cronológicas de los vers. 15 y 23, que asignan los 7 días del reinado de Zimri al año 27 de Asa, y la ascensión de Omri al trono - como monarca único - al año 31 de Asa.

El reinado de 12 años de Omri fue políticamente más importante que lo que indican los registros bíblicos. Al escoger una ubicación estratégica para su capital, Samaria, hizo por Israel lo que David había hecho al elegir a Jerusalén. Esta colina, de unos 120 m de altura, estaba situada en una llanura en forma de taza y podía ser defendida con facilidad. Aparentemente nunca fue tomada por la fuerza de las armas, y sólo se rindió por falta de agua o alimento. Las excavaciones han confirmado el hecho insinuado en los registros bíblicos de que el sitio no había sido habitado antes del tiempo de Omri.  Al trasladar su capital a ese lugar, él comenzó a construir grandes defensas que fueron completadas por su hijo Acab.

No se sabe si Omri personalmente tuvo encuentros con los asirios, pero durante los siguientes 100 años los registros asirios se refieren a Israel como "la tierra de la casa de Omri", aun mucho después de que hubo desaparecido la dinastía de Omri. Su personalidad, su éxito político o sus empresas comerciales lo deben haber hecho famoso a la vista de sus contemporáneos y de las generaciones posteriores.

Omri entabló relaciones cordiales con sus vecinos fenicios, y casó a su hijo Acab con Jezabel, hija del rey de Tiro. Esta alianza introdujo el culto de Baal y Asera en Israel en un grado anteriormente desconocido (1 Reyes 16:25). También concedió franquicias económicas a Damasco y permitió que comerciantes sirios tuviesen puestos en los bazares de Samaria (1 Reyes 20:34). Puesto que Israel recibió privilegios similares en Damasco sólo después de una victoria militar sobre los sirios, parece que Omri fue vencido por los sirios, les cedió cierta parte de su territorio y les otorgó las concesiones económicas mencionadas.

Sin embargo, Omri pudo subyugar a Moab, como lo admite la larga inscripción de la famosa Piedra Moabita, donde Mesa rey de Moab dice: "Omri, rey de Israel, afligió muchos días a Moab, porque Quemos estuvo airado con su tierra". Cuán valiosa fue la posesión de Moab para Israel puede verse por el tributo pagado por Moab a Acab, hijo de Omri.  Se dice que dicho tributo ascendió - probablemente cada año - a "cien mil corderos y cien mil carneros con sus vellones" (2 Reyes 3:4).

12.10. Los reyes de Israel - Desde Nadab hasta Zimri (910-885 AC).

El impío reinado de Nadab (910-909 AC), hijo de Jeroboam, se interrumpió cuando fue asesinado por Baasa en la ciudad filistea de Gibetón.  Así terminó la primera dinastía (1 Reyes 15:25-29). Este terrible precedente se repitió vez tras vez, hasta que diez dinastías distintas hubieron reinado sobre Israel.

Baasa (909-886 AC) continuó hostigando a Judá, pero perdió el territorio que había ganado cuando fue atacado por Ben-adad de Damasco, que había recibido cohecho de Asa, rey de Judá (1 Reyes 15:16 a 16:7). La dinastía de Baasa terminó como la anterior. Su hijo Ela (886-885 AC) fue asesinado por Zimri, uno de sus generales, en su capital Tirsa, después de un reinado de menos de dos años (1 Reyes 16:8-10).

Zimri ocupó su corto reinado de sólo siete días en matar a todos los parientes y amigos de Baasa. Entonces Omri, otro general de Ela que fue proclamado rey por el ejército israelita, ocupado en ese momento en una campaña contra los filisteos, marchó contra Tirsa y tomó la ciudad. Comprendiendo que la resistencia era inútil, Zimri rehusó rendirse a Omri, prendió fuego al palacio y pereció en las llamas (vers. 11-18).
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