EL DIOS QUE YO CONOZCO

12.09. Los reyes de Israel - Jeroboam I (931-910 AC).

Al separarse de la dinastía de David, todas las tribus hebreas salvo Judá y Benjamín llamaron a Jeroboam, exiliado político que acababa de volver de Egipto, adonde había huido de Salomón (1 Reyes 12:19, 20). Jeroboam era un caudillo efrainita que había servido a Salomón como capataz de una cuadrilla de obreros ocupados en trabajos de construcción en Milo. Resentido por la política interna de Salomón, se había rebelado. Animado por el profeta Ahías de Silo, es evidente que se volvió osado en su oposición y fue probablemente denunciado ante Salomón, por lo que huyó a Egipto para salvar la vida (1 Reyes 11:26-40).

Jeroboam I reinó sobre el reino septentrional como su primer rey durante 22 años (931-910 AC). Hizo de Siquem su primera capital, pero más tarde la trasladó a Tirsa. Tirsa no ha sido identificada aún definitivamente, pero puede haber estado en el montículo actual de Tell el-Fâr'ah, a unos 11 km al noreste de Nablus. Se han llevado a cabo excavaciones en este montículo que es más grande que el de Meguido, pero no se han hallado aún indicios definidos para lograr su identificación.

Jeroboam tuvo que sostener continuas guerras con sus vecinos descontentos del sur, primero contra Roboam y luego contra Abiam (1 Reyes 14:30; 15:7). Su tierra parece también haber sido devastada durante la campaña del rey egípcio Sheshonk, aunque la Biblia sólo menciona a Judá y a Jerusalén como víctimas del ataque. Sin embargo, la evidencia demuestra claramente que Sheshonk también invadió el reino septentrional, porque inscribió los nombres de muchas ciudades del norte en su relieve de Karnak. También se descubrió una estela de la victoria de Sheshonk en las ruinas de la ciudad de Meguido, perteneciente a Jeroboam. Puede ser que Jeroboam no hubiera cumplido las promesas hechas a Sheshonk, y así hubiera provocado esta acción militar emprendida contra él. De lo contrario no es claro por qué Sheshonk, que había otorgado asilo a Jeroboam como refugiado político, se volviera tan rápidamente contra él una vez que llegó a ser rey.

Por razones políticas, Jeroboam introdujo ritos y prácticas religiosas que constituyeron una desviación del culto puro a Jehová. En Bet-el y Dan construyó templos e hizo dos becerros para representar a Jehová en forma visible (1 Reyes 12:27-31). Durante dos siglos el culto de estos becerros de oro fue conocido como el "pecado de Jeroboam". De todos sus sucesores en el trono de Israel, excepto tres, se dice que lo siguieron en esta apostasía. La inscripción de un fragmento de alfarería hallado en Samaria proyecta una luz curiosa sobre este culto de un becerro. Tiene el nombre de un hombre llamado Egelyau, que significa "Jehová es un becerro", lo que demuestra que los israelitas adoraban a Jehová bajo la forma de un novillo de la misma manera en que los cananeos creían que su dios El era un toro.

Jeroboam también cambió el mes principal de fiestas - el séptimo del calendario eclesiástico hebreo - al octavo (vers. 32, 33). El estudio de la cronología israelita también pareciera indicar que entonces se introdujo un calendario civil que comenzaba en primavera [del hemisferio norte], a diferencia del que se usaba en el reino meridional, donde el año civil comenzaba en el otoño. Siendo que los reyes del sur usaban el sistema del año de ascensión al trono al calcular los años de su reinado, Jeroboam introdujo el sistema egipcio que no toma en cuenta el año de la ascensión al trono, y probablemente lo hizo sin otra razón que la de ser diferente.

Jeroboam, que comenzó su reinado como rebelde contra Roboam, y que también se rebeló contra Dios y su forma de culto, estableció su reino sobre el fundamento más débil posible. Esto fue cierto tanto en sentido político como espiritual. Ni su dinastía, que llegó a su fin con la muerte de su hijo, ni ninguna de las dinastías posteriores, duraron más que unos pocos años. El reino de Israel tuvo 10 dinastías y 20 reyes en los 208 años de su existencia. Además, la nación nunca escapó del callejón sin salida respecto a la religión al cual la condujo Jeroboam. Hundiéndose cada vez más profundamente en el lodo de la idolatría e inmoralidad paganas, fue despedazada por sus enemigos, Siria y Asiria, y finalmente desapareció.

12.08. Los reyes de Israel - Ocozías y Joram (853-841 AC)

Durante el corto reinado del hijo de Acab, Ocozías (853-852 AC), que fue tan corrupto como había sido su padre, no sucedió nada de importancia, salvo tal vez la expedición abortada a Ofir hecha en cooperación con Josafat de Judá (2 Crónicas 20: 35-37).

Puesto que Ocozías no tuvo hijos, lo sucedió en el trono su hermano Joram (852-841 AC). En sus días se rebeló Mesa de Moab, y emprendió una expedición militar en cooperación con Josafat de Judá, con resultados desastrosos para Moab. Sin embargo, Israel no pudo restablecer su dominio sobre dicho país, según lo da a entender el registro bíblico (2 Reyes 3: 4-27) y lo afirma la inscripción de la Piedra Moabita.
Joram sostuvo varias guerras contra los sirios. Gracias a la intervención del profeta Eliseo, dos veces se evitó un desastre inminente (2 Reyes 6 y 7), pero el intento de Joram de recuperar a Ramot de Galaad de manos de los sirios fracasó, así como había fracasado el de su padre Acab. Herido por Hazael de Siria, fue a la fértil Jezreel para recuperarse, y allí fue asesinado por Jehú, el comandante de su ejército. Este último procedió a extirpar a toda la familia de Omri, incluso Jezabel, y luego usurpó el trono (2 Reyes 8: 28, 29; 9: 24 a 10: 17).

12.07. Los reyes de Israel - Acab (874-853 AC)

Con Acab, el siguiente rey, llegó al trono de Israel un gobernante débil. No tenía fuerza para resistir a su esposa fenicia de recia voluntad, que estaba resuelta a exaltar al máximo su propia religión. Al traer desde su patria hasta la mesa real a centenares de sacerdotes y profetas de Baal y Astarté, al introducir los ritos inmorales del sistema de culto cananeo y al perseguir y matar a los adoradores del verdadero Dios, Jezabel causó una crisis religiosa de primera magnitud (1 Reyes 18: 4, 19). A causa de esta crisis, y debido a que algunos de los más grandes dirigentes espirituales del AT, Elías y Eliseo, vivieron y trabajaron en Israel en esa época, la Biblia dedica mucho espacio a Acab.

Elias fue llamado por Dios para luchar por la supervivencia de la verdadera religión. Una larga sequía de tres años y medio, predicha por el profeta como castigo de Jehová, llevó la tierra de Acab al borde de la ruina económica. La sequía llegó a su fin con la victoria de Elías sobre los sacerdotes de Baal en el monte Carmelo, donde se realizó una competencia entre el poder de Jehova y el de Baal (vers. 17-40). Pero mientras reinó Acab, floreció el culto pagano de Baal.

Es notable que Acab no se atreviera a dar nombres de Baal a sus hijos; todos los nombres conocidos de éstos: Ocozías, Joram y Atalía, contienen la forma abreviada de Jehová. Sin embargo, sus súbditos tuvieron menos escrúpulos en esto. Numerosos nombres personales de ese período y otros subsiguientes estaban relacionados con Baal -Abibaal, Baala, Baalzamar, Baalzakar y otros- según lo demuestran las inscripciones de fragmentos de alfarería hallados al excavar cn Samaria.

Acab se hizo famoso por la "casa de marfil" que construyó (1 Reyes 22: 39; Amos 3: 15). Gran número de placas de marfil hermosamente talladas, que se hallaron en la excavación en Samaria, revelan que el interior de su palacio probablemente estuvo decorado con marfil. Los diseños son semejantes a los que se hallan en decoraciones hechas con marfil en Siria y Asiria.

Como guerrero, Acab tuvo un éxito limitado. Dos veces derrotó a los sirios. El botín de estas dos guerras victoriosas lo enriqueció mucho, y le valió concesiones económicas en Damasco (1 Reyes 20: 21, 34). De ahí que, por un tiempo, llegase a ser uno de los monarcas más poderosos al occidente de Asiria.

Cuando Salmanasar III avanzó por Siria, Acab se unió con sus anteriores enemigos para hacer causa común contra los asirios, y reunió más carros que cualquiera de los aliados. Esto se ve en la lista que da Salmanasar de sus adversarios en la batalla de Qarqar, conservada en una inscripción histórica grabada en una roca en la parte superior del Tigris. La inscripción declara que de los 3.940 carros que peleaban contra los asirios, 2.000 pertenecían a Acab, mientras que los otros 10 aliados habían reunido solamente 1.940. De los 52.900 soldados de infantería, Acab proporcionó 10.000.

Cuando la batalla de Qarqar detuvo el avance de Salmanasar, Acab, consciente de su fuerza, se volvió inmediatamente contra Damasco para recuperar la posesión de la ciudad de Ramot de Galaad, en Transjordania; pero perdió la vida en esa batalla (1 Reyes 22).

12.06. Los reyes de Israel - Omri (885-874 AC)

Omri llegó a ser el fundador de una dinastía, cuatro de cuyos reyes ocuparon el trono a través de un período de 44 años (885-841 AC). Al principio Omri tuvo que luchar con otro aspirante al trono, Tibni, que tenía considerable apoyo de parte del pueblo. Sólo después de cuatro años de lucha interna, Omri pudo exterminar a Tibni y a sus seguidores (1 Reyes 16: 21-23). Esto resulta claro por las declaraciones cronológicas de los vers. 15 y 23, que asignan los 7 días del reinado de Zimri al año 27 de Asa, y la ascensión de Omri al trono -como monarca único- al año 31 de Asa.

El reinado de 12 años de Omri fue políticamente más importante que lo que indican los registros bíblicos. Al escoger una ubicación estratégica para su capital, Samaria, hizo por Israel lo que David había hecho al elegir a Jerusalén. Esta colina, de unos 120 m de altura, estaba situada en una llanura en forma de taza y podía ser defendida con facilidad. Aparentemente nunca fue tomada por la fuerza de las armas, y sólo se rindió por falta de agua o alimento. Las excavaciones han confirmado el hecho insinuado en los registros bíblicos de que el sitio no había sido habitado antes del tiempo de Omri. Al trasladar su capital a ese lugar, él comenzó a construir grandes defensas que fueron completadas por su hijo Acab.

No se sabe si Omri personalmente tuvo encuentros con los asirios, pero durante los siguientes 100 años los registros asirios se refieren a Israel como "la tierra de la casa de Omri", aun mucho después de que hubo desaparecido la dinastía de Omri. Su personalidad, su éxito político o sus empresas comerciales lo deben haber hecho famoso a la vista de sus contemporáneos y de las generaciones posteriores.

Omri entabló relaciones cordiales con sus vecinos fenicios, y casó a su hijo Acab con Jezabel, hija del rey de Tiro. Esta alianza introdujo el culto de Baal y Asera en Israel en un grado anteriormente desconocido (1 Reyes 16: 25). También concedió franquicias económicas a Damasco y permitió que comerciantes sirios tuviesen puestos en los bazares de Samaria (1 Reyes 20: 34). Puesto que Israel recibió privilegios similares en Damasco sólo después de una victoria militar sobre los sirios, parece que Omri fue vencido por los sirios, les cedió cierta parte de su territorio y les otorgó las concesiones económicas mencionadas.

Sin embargo, Omri pudo subyugar a Moab, como lo admite la larga inscripción de la famosa Piedra Moabita, donde Mesa rey de Moab dice: "Omri, rey de Israel, afligió muchos días a Moab, porque Quemos estuvo airado con su tierra". Cuán valiosa fue la posesión de Moab para Israel puede verse por el tributo pagado por Moab a Acab, hijo de Omri. Se dice que dicho tributo ascendió -probablemente cada año- a "cien mil corderos y cien mil carneros con sus vellones" (2 Reyes 3: 4).

12.05. Los reyes de Israel - Desde Nadab hasta Zimri (910-885 AC)

El impío reinado de Nadab (910-909 AC), hijo de Jeroboam, se interrumpió cuando fue asesinado por Baasa en la ciudad filistea de Gibetón. Así terminó la primera dinastía (1 Reyes 15: 25-29).

Este terrible precedente se repitió vez tras vez, hasta que diez dinastías distintas hubieron reinado sobre Israel.

Baasa (909-886 AC) continuó hostigando a Judá, pero perdió el territorio que había ganado cuando fue atacado por Ben-adad de Damasco, que había recibido cohecho de Asa, rey de Judá (1 Reyes 15: 16 a 16: 7).

La dinastía de Baasa terminó como la anterior. Su hijo Ela (886-885 AC) fue asesinado por Zimri, uno de sus generales, en su capital Tirsa, después de un reinado de menos de dos años (1 Rey. 16: 8- 10).

Zimri ocupó su corto reinado de sólo siete días en matar a todos los parientes y amigos de Baasa. Entonces Omri, otro general de Ela que fue proclamado rey por el ejército israelita, ocupado en ese momento en una campaña contra los filisteos, marchó contra Tirsa y tomó la ciudad. Comprendiendo que la resistencia era inútil, Zimri rehusó rendirse a Omri, prendió fuego al palacio y pereció en las llamas (vers. 11-18)

12.04. Los reyes de Israel; Jeroboam I (931-910 AC)

Al separarse de la dinastía de David, todas las tribus hebreas salvo Judá y Benjamín llamaron a Jeroboam, exiliado político que acababa de volver de Egipto, adonde había huido de Salomón (1 Reyes 12: 19, 20). Jeroboam era un caudillo efrainita que había servido a Salomón como capataz de una cuadrilla de obreros ocupados en trabajos de construcción en Milo. Resentido por la política interna de Salomón, se había rebelado. Animado por el profeta Ahías de Silo, es evidente que se volvió osado en su oposición y fue probablemente denunciado ante Salomón, por lo que huyó a Egipto para salvar la vida (1 Reyes 11: 26-40).

Jeroboam I reinó sobre el reino septentrional como su primer rey durante 22 años (931-910 AC). Hizo de Siquem su primera capital, pero más tarde la trasladó a Tirsa. Tirsa no ha sido identificada aún definitivamente, pero puede haber estado en el montículo actual de Tell el-Fâr'ah, a unos 11 km al noreste de Nablus. Se han llevado a cabo excavaciones en este montículo que es más grande que el de Meguido, pero no se han hallado aún indicios definidos para lograr su identificación.

Jeroboam tuvo que sostener continuas guerras con sus vecinos descontentos del sur, primero contra Roboam y luego contra Abiam (1 Reyes 14: 30; 15: 7). Su tierra parece también haber sido devastada durante la campaña del rey egípcio Sheshonk, aunque la Biblia sólo menciona a Judá y a Jerusalén como víctimas del ataque. Sin embargo, la evidencia demuestra claramente que Sheshonk también invadió el reino septentrional, porque inscribió los nombres de muchas ciudades del norte en su relieve de Karnak. También se descubrió una estela de la victoria de Sheshonk en las ruinas de la ciudad de Meguido, perteneciente a Jeroboam. Puede ser que Jeroboam no hubiera cumplido las promesas hechas a Sheshonk, y así hubiera provocado esta acción militar emprendida contra él. De lo contrario no es claro por qué Sheshonk, que había otorgado asilo a Jeroboam como refugiado político, se volviera tan rápidamente contra él una vez que llegó a ser rey.

Por razones políticas, Jeroboam introdujo ritos y prácticas religiosas que constituyeron una desviación del culto puro a Jehová. En Bet-el y Dan construyó templos e hizo dos becerros para representar a Jehová en forma visible (1 Reyes 12: 27-31). Durante dos siglos el culto de estos becerros de oro fue conocido como el "pecado de Jeroboam". De todos sus sucesores en el trono de Israel, excepto tres, se dice que lo siguieron en esta apostasía.

La inscripción de un fragmento de alfarería hallado en Samaria proyecta una luz curiosa sobre este culto de un becerro. Tiene el nombre de un hombre llamado Egelyau, que significa "Jehová es un becerro", lo que demuestra que los israelitas adoraban a Jehová bajo la forma de un novillo de la misma manera en que los cananeos creían que su dios El era un toro.

Jeroboam también cambió el mes principal de fiestas -el séptimo del calendario eclesiástico hebreo- al octavo (1 Reyes 12: 32, 33). El estudio de la cronología israelita también pareciera indicar que entonces se introdujo un calendario civil que comenzaba en primavera [del hemisferio norte], a diferencia del que se usaba en el reino meridional, donde el año civil comenzaba en el otoño. Siendo que los reyes del sur usaban el sistema del año de ascensión al trono al calcular los años de su reinado, Jeroboam introdujo el sistema egipcio que no toma en cuenta el año de la ascensión al trono, y probablemente lo hizo sin otra razón que la de ser diferente.

Jeroboam, que comenzó su reinado como rebelde contra Roboam, y que también se rebeló contra Dios y su forma de culto, estableció su reino sobre el fundamento más débil posible. Esto fue cierto tanto en sentido político como espiritual. Ni su dinastía, que llegó a su fin con la muerte de su hijo, ni ninguna de las dinastías posteriores, duraron más que unos pocos años. El reino de Israel tuvo 10 dinastías y 20 reyes en los 208 años de su existencia. Además, la nación nunca escapó del callejón sin salida respecto a la religión al cual la condujo Jeroboam. Hundiéndose cada vez más profundamente en el lodo de la idolatría e inmoralidad paganas, fue despedazada por sus enemigos, Siria y Asiria, y finalmente desapareció.
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