EL DIOS QUE YO CONOZCO

1.07. La dinastía amorrea o primera dinastía de Babilonia

Después que los amorreos se hubieron consolidado en Mesopotamia, y después de ocupar grandes secciones del país, hicieron de Babilonia su capital y fundaron la primera dinastía de Babilonia.

El mejor conocido de todos sus gobernantes es el poderoso Hammurabi, sexto rey de la dinastía, cuyo reinado fue ubicado por Albright y Cornelius entre 1728 y 1686 AC, fechas que son ahora aceptadas en general por los eruditos.

Hammurabi es más conocido por su código, que muestra muchas semejanzas con el código civil de los israelitas, y por esta causa se lo identificó anteriormente con el rey bíblico Amrafel de Gén. 14, identificación que no puede ser correcta por varias razones. Hammurabi logró conquistar toda la parte sur de Mesopotamia después de haber derrotado a Rim-Sin de Larsa, el último rey de aquella dinastía. Entonces se volvió hacia el norte, tomó la gran ciudad de Mari y depuso a su gobernante.

Aun es posible que haya extendido su gobierno sobre Asiria, que se había hecho poderosa en la parte noreste de Mesopotamia durante los dos siglos anteriores. Finalmente el imperio de Hammurabi se aproximó en extensión al de Sargón, unos 600 años más antiguo.

En la época de Hammurabi hubo gran número de producciones literarias. En verdad, fue conocida como la época clásica de la literatura entre los babilonios posteriores. En esa época se escribieron los grandes poemas épicos y mitos de los súmeros.

Pertenecen a estas grandes producciones literarias el poema épico de la creación "Enuma elish", el poema de Gilgamés que contiene el relato súmero-babilónico del diluvio, el poema épico de Adapa, en el cual algunos eruditos han creído descubrir reminiscencias de la historia de la caída del hombre, el mito de Etana, y muchos otros mitos que tratan de las aventuras de héroes y dioses nacionales.

En tiempos de Hammurabi los amorreos llegaron a la mayor extensión de su poder. Este pueblo, habiendo penetrado en las tierras fértiles del Asia occidental a principios del segundo milenio, por infiltración y conquista se había convertido en el señor no solamente de Mesopotamia, sino también de Siria y Palestina, donde formó la clase reinante durante siglos, como lo sabemos por fuentes bíblicas y extrabíblicas.

Fue la gente con quienes tuvo que tratar Abrahán en Palestina (Gén. 14: 13), y a quienes derrotó Moisés cuando llevó a los hijos de Israel a la tierra de la promesa (Deut. 3:8; 4:47).

Ninguno de los sucesores de Hammurabi lo igualó en talento y cualidades políticas. Aunque la dinastía duró más de cien años después de la muerte de Hammurabi, el reino de Babilonia se debilitó y tuvo que tolerar la infiltración de otros pueblos montañeses conocidos como coseos que finalmente tomaron posesión del país.

Sin embargo, no fueron los coseos sino los hititas los que pusieron fin a la primera dinastía de Babilonia. Alrededor de 1550 AC invadieron el país y saquearon Babilonia.

Esta nueva nación, que acababa de entrar en el horizonte político del antiguo mundo del Cercano Oriente, llamará nuestra atención por un momento al Asia Menor, donde se formaba un nuevo imperio.

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