EL DIOS QUE YO CONOZCO

2.12. Egipto en decadencia

Es evidente que Ramsés III cayó víctima de una conspiración en su harén, en la cual estuvieron implicadas algunas de sus concubinas y por lo menos uno de sus hijos, además de encumbrados dignatarios del Estado. Se pueden examinar ahora algunos de los registros judiciales que tratan de la investigación de este caso y de las sentencias dictadas. Estos documentos proyectan una luz interesante sobre el sistema judicial del antiguo Egipto, e indirectamente sobre el caso de los dos cortesanos que compartieron la prisión de José mientras se investigaban sus respectivos casos (ver Génesis 40: 1-3).

Ramsés III fue seguido por una cantidad de reyes débiles, cada uno de los cuales llevó el nombre Ramsés, numerados ahora como Ramsés IV a XI (1167-1085 AC). Durante su período de gobierno, Egipto experimentó una decadencia constante del poder real y un aumento equivalente de la influencia sacerdotal. Los sacerdotes de Amón, que formaban la parte más influyente y poderosa de los ciudadanos eclesiásticos de Egipto, finalmente derrocaron a la dinastía y entronizaron como rey a su propio sumo sacerdote.

Con el deterioro del poder político y económico, las dificultades internas de Egipto se agudizaron. Ramsés III fue el último rey que mantuvo la posesión de Bet-seán en el valle de Esdraelón, que había sido durante siglos una ciudad egipcia. Aunque se halló la base de una estatua de Ramsés VI durante la excavación de Meguido, no hay la menor evidencia de que este rey tuviese alguna influencia en Palestina. Esta estatuilla de bronce puede haber sido enviada a Palestina como un regalo. El último nombre regio mencionado en las inscripciones de las minas de cobre de Sinaí es el de Ramsés IV, lo que muestra que después de él no se enviaron más expediciones a Sinaí con propósitos mineros.

La pérdida de las últimas posesiones extranjeras hizo aumentar la pobreza y la inseguridad, y causó inflación. Una bolsa de cebada subió de 2 a 8 deben. La espelta (una clase inferior de trigo) subió de 1 a 4 deben durante el reinado de los reyes Ramsés VII a X, y bajó luego a 2 deben. A medida que subía el costo de la vida, decaían las rentas del gobierno, con el resultado de que no podía pagar a sus funcionarios y obreros. Esto a su vez ocasionó huelgas de los obreros del gobierno, las primeras huelgas registradas en la historia.

Surgieron así varias situaciones graves en lugares donde se ocupaba a muchos hombres en las obras públicas, por ejemplo en la Tebas occidental, donde el mantenimiento de la enorme necrópolis real con todos sus templos requería un gran personal.

Otra causa de la situación difícil fue la difundida corrupción oficial. Como ejemplo puede citarse el caso de un funcionario que era responsable del transporte de grano del Bajo Egipto hasta el templo de Khnum en Elefantina, en el Alto Egipto. Cuando más tarde se le hizo un juicio por desfalco, se halló que de 6.300 bolsas de cereales recibidas en el transcurso de 9 años había entregado solamente 576 , o sea cerca de 9 por ciento del total. El restante 91 por ciento del grano había sido desfalcado por él, en colaboración con algunos de los escribas, controladores y cultivadores vinculados con el templo de Khnum.

Los registros de ese tiempo cuentan también de bandas de soldados errantes que se dedicaban al saqueo y eran el azote de la población, y de casos continuos de robos de tumbas. No es sorprendente leer sobre intentos de obtener algunos de esos tesoros, pues la población sufría por la situación económica de la época, mientras que todos sabían que había tesoros incalculables de oro y plata ocultos en las tumbas reales en los valles de los reyes y de las reinas, en la Tebas occidental. Los registros de que disponemos sobre investigaciones de robos de tumbas dejan la impresión de que hasta había funcionarios complicados en los saqueos. Tales robos ocurrieron más tarde con tanta frecuencia que todas las tumbas reales, con excepción de la de Tutankamón,fueron finalmente saqueadas. Poco o acaso nada quedó para los arqueólogos.

Para fines de la XX dinastía (1085 AC), Egipto había alcanzado uno de los niveles más bajos en su larga y variada historia. No quedaba nada de su riqueza y gloria anteriores. Sus emisarios eran despreciados en tierras extranjeras, según lo revelan el relato de Wenamón (o Wen-Amón) y una carta satírica, como se verá en relación con la historia de los jueces de Israel. Egipto había llegado a ser una "caña cascada", según lo llamó burlonamente un dignatario asirio varios siglos después, en tiempos de Ezequías (2 Reyes 18: 21). Esta debilidad, que comenzó en tiempos de los jueces, resultó una bendición para la joven nación de Israel que así pudo desarrollarse sin ser impedida por una fuerte potencia vecina.
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