EL DIOS QUE YO CONOZCO

6.16. Condiciones durante el período de los jueces

Las tristes condiciones que prevalecieron en Palestina durante la mayor parte del período de los jueces también se reflejan en dos documentos literarios de Egipto. Estos son tan interesantes e informativos que debe presentarse aquí una corta descripción de su contenido.

El primero es una carta satírica en la cual se describe el viaje de un mahar (un enviado egipcio) por Siria y Palestina. Dicha carta proviene de la segunda mitad del siglo XIII AC, quizá del tiempo de la opresión madianita, a la cual puso fin Gedeón.

Este documento describe los caminos de Palestina cubiertos de cipreses, encinas y cedros que "llegaban hasta los cielos", lo cual hacía dificultoso el viaje. Se declara que abundaban los leones y leopardos, detalle que recuerda los incidentes de Sansón y David (Jueces 14: 5; 1 Samuel 17: 34). Dos veces el enviado se encontró con ladrones. Una noche le robaron el caballo y la ropa; en otra ocasión, su arco, cuchillo y aljaba. También se encontró con beduinos, de los cuales dice que "sus corazones no eran apacibles". Le sobrevino un temblor y su cabello se le erizó, mientras que su alma "estaba en sus manos". Sin embargo, no siendo él mismo un modelo de moralidad, fue pillado en tina aventura con una niña oriunda de Jope, y sólo pudo comprar su libertad con la venta de su camisa de fino lino egipcio. ¹

Este relato, escrito en forma de carta, sea cierto o ficticio, muestra un conocimiento notable de la topografía y la geografía de Palestina. Entre muchos otros lugares bien conocidos menciona a Meguido, Bet-seán, Aco, Siquem, Acsaf y Sarepta. El relato ilustra vívidamente el estado de inseguridad en que se hallaba el país, donde abundaban los caminos malos, los asaltantes y los beduinos de aspecto feroz. La descripción de las condiciones tristes halladas en Palestina nos hace recordar una de las vicisitudes del levita viajero descritas en Jueces 19, y la declaración de que "cada uno hacía lo que bien le parecía" (Jueces 21: 25).

El segundo relato, escrito en la primera mitad del siglo XI AC, durante el apogeo de la opresión filistea después que el arca fue tomada en la batalla de Afec, describe el viaje de Wenamon, un agente real egipcio, hasta la ciudad portuaria fenicia de Biblos, a fin de comprar madera de cedro para la barca de Amón. Wenamón (o Wen-Amón) fue enviado por el rey sacerdote Heri-Hor, de Tebas, y había recibido una estatua divina del dios Amón para protegerlo durante el viaje y darle éxito en su misión. Sin embargo, sólo se le dieron aproximadamente unos 600 g de oro y algo más de 3 1/2 kg. de plata como dinero para comprar la madera de cedro deseada.

Wenamón salió de Egipto por barco, pero cuando llegó a la ciudad portuaria de Dor que estaba en manos de los teucros, le robaron el oro y la plata. Presentó su queja al rey local, quien se negó a asumir responsabilidad alguna por el robo. Después que Wenamón hubo pasado nueve días en Dor sin hallar ni su dinero robado ni al ladrón, robó unos 3 1/2 kg de plata y zarpó hacia Biblos. Sin embargo, el rey de Biblos se negó durante 29 días a verlo, y le ordenó que saliera de su ciudad. El 29.º día después de su llegada, uno de los pajes del rey experimentó un arrebato místico en el nombre de Amón y aconsejo al rey que concediera una entrevista a Wenamón. Durante esta entrevista el rey fue sumamente descortés con Wenamón: le pidió credenciales oficiales, y le dijo que por un cargamento anterior de cedros se habían pagado 250 libras de plata (unos 120 kg). Le manifestó claramente que él era el amo del Líbano, que no tenía ninguna obligación para con Egipto, aunque admitió que su pueblo debía mucho a la cultura de la tierra del Nilo.

El rey de Biblos convino finalmente en enviar un cargamento de cedro a Egipto, y recibió en pago un cargamento de cueros, rollos de papiro, lino real, oro, plata, etc. Los cedros deseados entonces fueron cortados y cargados, al mismo tiempo que el rey fenicio recordaba a Wenamón que un emisario anterior había esperado 17 años en Biblos, y finalmente había muerto allí sin conseguir su madera de cedro. Con esto se proponía hacerle notar a Wenamón que en Asia el prestigio de Egipto se había reducido a la nada, y que sus embajadores ya no merecían el respeto que anteriormente habían estado acostumbrados a recibir.

Cuando Wenamón estuvo finalmente listo para salir del puerto de Biblos y navegar hacia Egipto, halló que los teucros lo esperaban con sus naves para atraparlo y quitarle su cargamento de madera de cedro. Sin embargo, logró huir con su barco a Chipre, donde apenas escapó de la muerte a manos de los desconsiderados isleños. Por desgracia, el papiro está roto en este punto de la narración y no se conoce el resto. Sin embargo, debe haber tenido un desenlace feliz; de lo contrario, los egipcios no lo habrían escrito y conservado.²

El relato de la misión de Wenamón ilustra las caóticas condiciones políticas de Palestina durante el período de los jueces. Muestra que Egipto había perdido toda autoridad en Siria, y que un emisario egipcio, cuya llegada en épocas anteriores habría sido respetada, ahora podía ser tratado con desprecio y desdén. Vemos además que los viajes eran inseguros, que la gente robaba y era asaltada, y que nadie tenía segura la vida.
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¹ La traducción de esta carta satírica hecha por Wilson se encuentra en Ancient Near Eastern Texts Relating to the Old Testament, págs 475-479.

² Id., págs. 25-29.
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