EL DIOS QUE YO CONOZCO

8.08. La formación del nuevo imperio asirio por Tiglat-pileser III (745-727 AC)

Tiglat-pileser III llegó al trono como usurpador durante una revuelta palaciega en Cala en 746, pero no ocupó realmente el trono hasta el segundo mes de 745. Reveló sus ambiciones y planes al escoger como nombre para gobernar el de un previo gran artífice del imperio. Como el gran Tiglat-pileser I, persiguió sistemática y consecuentemente el plan de restablecer el imperio asirio.

El nuevo rey tuvo que afrontar tres problemas principales de política exterior que debían ser resueltos a fin de restablecer el poderío asirio: (1) aclarar las relaciones con Babilonia, pues dicha nación había caído presa de los arameos (caldeos); (2) restituir el dominio asirio sobre las regiones siriopalestinas; (3) restringir el poder de Urartu, gran rival septentrional de Asiria. La forma en que resolvió estos problemas le da derecho a ser considerado como uno de los mayores monarcas asirios.

La primera tarea fue resolver la cuestión babilónico, que Tiglat-pileser llevó a cabo en dos etapas. En el año de su ascensión al trono fue a Babilonia, derrotó a las tribus arameas que ocupaban gran parte del país y las deportó a otras partes de su imperio. Por el momento, no molestó al débil rey babilonio Nabonasar, cuyo poder apenas se extendía más allá de las murallas de su ciudad.

Toleró, además, a los tres reyes de corta vida que ocuparon el trono de Babilonia después de la muerte de Nabonasar en 734 AC, porque estaba ocupado en otra parte y no tenía tiempo para actuar en Babilonia. Sin embargo, tan pronto como tuvo las manos libres, se dedicó a restaurar el orden en la caótica situación política de Babilonia, donde los jeques arameos eran los verdaderos gobernantes. Se volvió contra ellos, les infligió una derrota decisiva, y en un acto sin precedente para un rey asirio, "tomó las manos" del dios Marduk como señal de que, bajo el nombre de Pulu, aceptaba el reino de Babilonia.

Reconociendo que Asiria nunca podría gobernar a Babilonia, a causa de su propio complejo de inferioridad respecto a la superior cultura babilónico, concibió una solución original que consistió en unir los dos Estados como iguales bajo el gobierno de un rey, que era así monarca tanto de Asiria como de Babilonia.

La segunda tarea de Tiglat-pileser, la reconquista de Siria, fue realizada mediante varias campañas militares. Se encontró con fuerte oposición, especialmente en las ciudades de Arpad (ahora Tell Erfád), al norte de Alepo y Samal (ahora Sengirli), cuya conquista le costó tiempo y recursos. Otras ciudades-estados sólo se rindieron después de sufrir sangrientas derrotas. Sin embargo, después de tres largas campañas, la mayoría de los Estados sirios pertenecían nuevamente al imperio asirio. Finalmente Damasco e Israel fueron también derrotados. El Estado de Damasco (Siria) fue hecho provincia asiria, así como lo fueron la parte septentrional y oriental de Israel y la zona costera de Palestina. Samaria, capital de Israel, fue dejada junto con la parte meridional del país como Estado semiindependiente aunque vasallo.

Por esta razón, leemos en la Biblia y en anales reales asirios que Manahem, de Israel, pagó tributo a Tiglat-pileser (Pul; 2 Reyes 15: 19), y leemos del reemplazo de Peka por Oseas. El rey de Judá, que había buscado la ayuda de Tiglat-pileser contra Samaria y Damasco, y que fue a Damasco para ser recibido como vasallo de Asiria (2 Reyes 16: 10), también es mencionado en los registros asirios. Por lo tanto, no es sorprendente que el primer rey asirio mencionado por nombre en la Biblia sea Tiglat-pileser. Aparece allí bajo su nombre asirio como también babilónico, Pul (2 Reyes 16: 7, 10; 2 Crónicas 28: 20; 2 Reyes 15: 19 y 1 Crónicas 5: 26, donde el texto hebreo debe ser traducido: "El Dios de Israel excitó el espíritu de Pul rey de los asirios, es decir, el espíritu de Tiglat-pileser rey de los asirios").

La tercera tarea de Tiglat-pileser fue la sujeción de Urartu, la que comenzó mediante la conquista de los Estados aliados a su rey, Sardur II. Mediante la invasión de las ciudades-estados del norte de Mesopotamia y Siria se quebrantó gran parte del poder de Sardur. Pero la batalla decisiva fue librada en Kummuh, al oeste del Eufrates, donde Sardur sufrió una gran derrota si bien pudo escapar a su capital Tushpa (ahora Toprakkale) junto al lago Van. Aunque no tuvo éxito el asedio posterior de Tushpa hecho por Tiglat-pileser, el poder de Urartu fue quebrantado y los asirios ocuparon la mayor parte de Urartu, que convirtieron en la provincia de Uluba.

Después de cada conquista, el rey asirio trasplantaba las poblaciones autóctonas a otras partes del imperio. Esta política produjo migraciones forzadas en gran escala. Tiglat-pileser hizo planes para quebrantar el espíritu nacionalista de varios pueblos, y lo logró arrancándolos de su tierra y del suelo que amaban. Este intercambio de naciones tenía el propósito de crear un imperio cuyos habitantes ya no se considerasen ciudadanos de Urartu, Israel, Babilonia o Damasco, sino ciudadanos de Asiria. Este rey singularmente afortunado inició así una política seguida por sus sucesores asirios y más tarde por los babilonios. Esta política llegó a tener un efecto decisivo en la historia posterior del Cercano Oriente.
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