Salmanasar V, hijo de Tiglat-pileser, siguió la política de su padre tan de cerca como pudo. De ahí que, tan pronto como ascendió al trono, se hizo coronar también como rey de Babilonia, donde llevó el nombre de Ululai. El desasosiego surgido en el oeste le obligó a volver su atención a Palestina poco después de su ascensión al trono, a fin de mantener a dicha región dentro del imperio.
Hanno de Gaza, que había escapado a Egipto durante la época de Tiglat-pileser, al oír de la ascensión de Salmanasar al trono, volvió y formó una coalición con Oseas de Israel -príncipe vasallo de Asiria-, con un usurpador en Hamat, y con los gobernantes de las ciudades de Arpad, Damasco y Simyra. Confiados en la ayuda de Egipto, todos estos príncipes se negaron a pagar tributo a Asiria, y Salmanasar se vio obligado a restaurar su autoridad en la forma acostumbrada por los asirios. Parte de esta campaña se dirigió contra el semiindependiente pero políticamente indigno de confianza Estado de Israel, que el rey se propuso aniquilar. Sitió a Samaria durante tres años, y probablemente tomó la ciudad durante el último año de su reinado (ver Cronología Bíblica para una explicación sobre el método de computar los años).
Aunque Sargón II, el siguiente rey, pretendió haber conquistado a Samaria, hay pruebas de que su pretensión no se justifica y que se atribuyó lo que Salmanasar V había hecho durante sus últimos años de reinado. Sin embargo, como comandante del ejército de Salmanasar, Sargón pudo haber desempeñado un papel importante en la conquista de Samaria. Como ya se había hecho costumbre, deportó el resto del reino de Israel a la Mesopotamia septentrional (Habor y Gozán), a la tierra de Asiria (Halah, o Jelaj), y a ciudades medas de las provincias nororientales (2 Reyes 18: 11). Por otra parte, fueron trasplantados babilonios de Babilonia y Cuta, y sirios de Hamat y Sefarvaim para repoblar el territorio de Israel (2 Reyes 17: 24).