EL DIOS QUE YO CONOZCO

12.15 - El reino de Judá (desde 841 a 750 AC), desde Atalía hasta Azarías (Uzías)

Este período es contemporáneo con la dinastía de Jehú en Israel.  El fin del reinado de Azarías (Uzías) no ocurrió en 750 AC, pero esta fecha señala el principio aproximado del nuevo imperio asirio, cuando Israel y Judá quedaron fatalmente implicados en las conquistas asirias, cada vez más abarcantes.  Siendo que Jotam, hijo de Azarías, fue nombrado corregente con su padre en 750 AC, esta fecha es un hito conveniente para este estudio de la historia del reino de Judá.

Cuando Ocozías de Judá fue muerto por Jehú en 841 AC, Atalía, la madre de Ocozías, se apoderó del trono durante seis años (841-835 AC).  Hija de la cruel e inescrupulosa Jezabel de Israel, hizo exterminar a "toda la descendencia real" a fin de asegurar su propio gobierno.  Sin embargo, sus secuaces pasaron por alto al principito Joás, que fue rescatado por el sumo sacerdote Joiada y su esposa Josaba, hermana del extinto rey (2 Reyes 11:1-3).

Joás (835-796 AC), educado en el hogar de Joiada, fue puesto en el trono por éste a la edad de siete años, y el ejército mató a la malvada reina Atalía (2 Reyes 11:4-21).  Mientras el joven rey permitió que Joiada guiase sus asuntos, actuó en una forma prudente y piadosa; eliminó el culto a Baal y realizó extensas reparaciones en el templo (2 Reyes 12:1-16; 2 Crónicas 24:1-14).  Sin embargo, después de la muerte de Joiada, Joás se volvió indiferente, y hasta hizo morir apedreado a Zacarías, hijo de su benefactor, por haberle reprochado sus malas obras (2 Crónicas 24:15-22).  Cuando Hazael de Damasco marchó contra Joás, éste trató de apaciguarlo dándole algunos de los tesoros del templo. Este acto de cobardía, junto con el asesinato de Zacarías y agravios domésticos y religiosos, evidentemente dio como resultado una profunda oposición.  Fue asesinado por sus propios siervos y sepultado en la ciudad de David, pero no en los sepulcros reales (2 Reyes 12:17-21; 2 Crónicas 24:25).

Su hijo Amasías (796-767 AC) eliminó primeramente a los asesinos de su padre y se consolidó en su puesto.  En sus planes para reconquistar a Edom, que antes había pertenecido a Judá, contrató a 100.000 mercenarios, pero más tarde los despidió por indicaciones de un varón de Dios.  Con sus propias fuerzas judías obtuvo una victoria sobre los edomitas y conquistó la capital edomita, Sela o Petra.  Mientras tanto, los mercenarios despedidos saqueaban las ciudades del norte de Judá.  Como resultado de su victoria sobre los edomitas, Amasías se ensoberbeció y desafió a Joás de Israel para que pelease con él.  Esta imprudencia tuvo resultados desastrosos, porque Judá se convirtió prácticamente en un vasallo de Israel.  Habiéndose apartado también del verdadero Dios, perdió la confianza de su pueblo.  Fue asesinado en Laquis (2 Crónicas 25:1-28).

A Amasías le sucedió su hijo Azarías, cuyo segundo nombre -probablemente nombre de gobierno- fue Uzías (790-739 AC).  Su reinado se describe como justo y próspero.  Fomentó el desarrollo económico del país (2 Crónicas 26:10), y reunió un ejército grande y bien equipado (vers. 11-15).  Esto le permitió llevar a cabo campañas victoriosas contra los filisteos y árabes (vers. 7), y recuperar a Elat (Ezióngeber) sobre el golfo de Akaba (2 Reyes 14:22), como también, probablemente, el territorio edomita que se hallaba entre Judá y el golfo mencionado.  Los amonitas creyeron prudente comprar su favor por medio de obsequios (2 Crónicas 26:8).  Durante su reinado debe haber ocurrido un gran terremoto que fue recordado durante siglos como un suceso extraordinario (Amós 1:1; Zacarías 14:5).

La debilidad política de Egipto y Asiria, que había ayudado a Jeroboam II a hacer de Israel una nación próspera y poderosa, favoreció igualmente a Uzías, con el resultado de que en 750 AC los dos reinos combinados tenían aproximadamente la misma extensión que habían tenido los reinos de David y Salomón.  Este fue el último período de prosperidad hebrea.  La ascensión al trono de Tiglat-pileser en 745 AC y el renacimiento consiguiente del imperio asirio señalaron el principio de una rápida decadencia del poder tanto de Israel como de Judá.

12.14 - La dinastía de Jehú (841 -752 AC).

Jehú (841-814 AC), que había sido ungido por un mensajero de Eliseo en Ramot de Galaad, no sólo puso fin a la dinastía idólatra de Omri sino que erradicó el culto de Baal hasta donde le fue posible.  Por este celo justiciero fue encomiado por el profeta, y se le prometió que sus descendientes se sentarían sobre el trono de Israel hasta la cuarta generación (2 Rey. 10: 30).  Por consiguiente, su dinastía reinó sobre el país durante unos 90 años, casi la mitad del período de existencia de la nación.  Sin embargo, Jehú no terminó con el culto del becerro de Jeroboam, y su reforma por lo tanto fue incompleta.

Rompiendo con la política de sus predecesores, Jehú voluntariamente se hizo vasallo de Salmanasar III y pagó tributo tan pronto como ascendió al trono. Este suceso está representado en los cuatro lados del obelisco negro de Salmanasar, ahora en el Museo Británico.  El rey hebreo -el primero de quien existe una representación de su misma época- aparece arrodillado ante Salmanasar, mientras que su séquito lleva como tributo "plata, oro, un tazón de saplu de oro, una vasija de oro con fondo puntiagudo, vasos de oro, baldes de oro, estaño, un báculo para rey y puruhtu de madera" (se desconoce el significado de las palabras en cursiva).  Probablemente Israel cambió su política para con Asiria a fin de obtener la ayuda de ésta contra Hazael de Siria, principal enemigo de Israel.

Los 17 años del reinado de Joacaz (814-798 AC) se caracterizaron por guerras continuas contra los sirios, los cuales oprimieron a Israel, primero bajo Hazael, y luego bajo su hijo Ben-adad III (2 Reyes 13:1-3).  El resultado fue que Israel perdió mucho de su territorio y su ejército, de manera que sólo le quedaron 10 carros, 50 jinetes y 10.000 infantes (vers. 7).  Una comparación de los 10 carros de Joacaz con los 2.000 de Acab revela la gran pérdida de poder que había sufrido el reino en 50 años.  No se sabe quién rescató a Israel de su triste suerte, porque no se identifica al "salvador" del vers. 5. Puede haber sido su hijo Joás (ver vers. 25), un rey de Asiria,  alguna otra persona.¹

El siguiente rey de Israel, Joás (798-782 AC), tuvo más éxito en sus guerras contra los sirios que el que había tenido su padre, y al vencerlos tres veces recuperó todo el territorio perdido por Joacaz (vers. 25).  Desafiado por Amasías de Judá, contra su voluntad tuvo que luchar contra el reino del sur: la primera guerra en 100 años entre las dos naciones hermanas.  Venció al ejército de Judá en la batalla de Bet-semes, tomó cautivo al rey, y entró victoriosamente en Jerusalén.  Derribó parte de las defensas de la ciudad, y se llevó vasos del templo, tesoros reales y algunos rehenes a Samaria (2 Reyes 14:8-14).

Los datos cronológicos exigen una corregencia entre Joás y su hijo, Jeroboam II, durante unos 12 años, la única corregencia de la cual haya evidencia en Israel. Joás puede haber tomado esta medida por prudencia política.  Conociendo el peligro que experimenta un Estado cuando repentinamente queda vacante el trono, probablemente designó a su hijo Jeroboam como gobernante asociado y sucesor cuando comenzó sus guerras de liberación contra Siria.  Así quedaba asegurada la continuidad de la dinastía aun cuando el rey perdiera la vida durante una de sus campañas.

Se registran 41 años de reinado de Jeroboam II (793-753 AC), incluyendo 12 años de corregencia con su padre, Joás.  Por desgracia poco se sabe de su reinado, que evidentemente fue próspero.  La Biblia sólo dedica siete versículos a su vida (2 Reyes 14:23-29), pero ellos indican que recuperó tanto territorio perdido, que su reino casi igualó en extensión al imperio de David y Salomón.  Con excepción del territorio ocupado por el reino de Judá, la extensión de su reino era prácticamente la misma que la de aquellos grandes reyes. Restauró el gobierno israelita sobre las regiones costeras y las del interior de Siria, conquistó Damasco y Hamat, y ocupó el sur de Transjordania hasta el mar Muerto, lo que significa probablemente que hizo tributarios de Israel a Amón y Moab.  Estas grandes ganancias sólo fueron posibles porque Asiria atravesaba por un período de debilidad política y no pudo interferir.

Jeroboam II fue evidentemente un gobernante fuerte, pero careció de la prudencia y la previsión de su padre.  De ahí que no tomara ninguna medida para garantizar la continuidad de su gobierno, y su reino se derrumbó casi inmediatamente después de su muerte.  Su hijo Zacarías sólo reinó seis meses (753-752 AC), y cayó víctima del complot asesino de Salum (2 Reyes 15: 8-12). Así terminó la dinastía de Jehú, y de allí en adelante el reino volvió rápidamente a la impotencia política que lo había caracterizado durante la mayor parte de su corta historia.


¹ Es probable que se refiera a Adad-nirari III, que reinó en Asiria, según el canon epónimo asirio o lista limmu, aproximadamente desde 810 hasta 782 AC.  En el 5º año de su reinado, o sea en 806 AC, Adad-nirari III relata una gran campaña militar al Mediterráneo durante la cual el rey de Siria fue subyugado y se lo obligó a pagar un elevado tributo.  Cuando los asirios aplastaron a los sirios, pusieron fin a las incursiones sirias contra Israel.

12.13 - Los reyes de Israel - Ocozías y Joram (853-841 AC).

Durante el corto reinado del hijo de Acab, Ocozías (853-852 AC), que fue tan corrupto como había sido su padre, no sucedió nada de importancia, salvo tal vez la expedición abortada a Ofir hecha en cooperación con Josafat de Judá (2 Crónicas 20:35-37).  Puesto que Ocozías no tuvo hijos, lo sucedió en el trono su hermano Joram (852-841 AC). En sus días se rebeló Mesa de Moab, y emprendió una expedición militar en cooperación con Josafat de Judá, con resultados desastrosos para Moab. Sin embargo, Israel no pudo restablecer su dominio sobre dicho país, según lo da a entender el registro bíblico (2 Reyes 3:4-27) y lo afirma la inscripción de la Piedra Moabita.

Joram sostuvo varias guerras contra los sirios. Gracias a la intervención del profeta Eliseo, dos veces se evitó un desastre inminente (2 Reyes 6 y 7), pero el intento de Joram de recuperar a Ramot de Galaad de manos de los sirios fracasó, así como había fracasado el de su padre Acab. Herido por Hazael de Siria, fue a la fértil Jezreel para recuperarse, y allí fue asesinado por Jehú, el comandante de su ejército. Este último procedió a extirpar a toda la familia de Omri, incluso Jezabel, y luego usurpó el trono (2 Reyes 8:28, 29; 9:24 a 10:17).

12.12 - Los reyes de Israel - Acab (874-853 AC).

Con Acab, el siguiente rey, llegó al trono de Israel un gobernante débil. No tenía fuerza para resistir a su esposa fenicia de recia voluntad, que estaba resuelta a exaltar al máximo su propia religión. Al traer desde su patria hasta la mesa real a centenares de sacerdotes y profetas de Baal y Astarté, al introducir los ritos inmorales del sistema de culto cananeo y al perseguir y matar a los adoradores del verdadero Dios, Jezabel causó una crisis religiosa de primera magnitud (1 Reyes 18:4, 19). A causa de esta crisis, y debido a que algunos de los más grandes dirigentes espirituales del AT, Elías y Eliseo, vivieron y trabajaron en Israel en esa época, la Biblia dedica mucho espacio a Acab.

Elias fue llamado por Dios para luchar por la supervivencia de la verdadera religión. Una larga sequía de tres años y medio, predicha por el profeta como castigo de Jehová, llevó la tierra de Acab al borde de la ruina económica. La sequía llegó a su fin con la victoria de Elías sobre los sacerdotes de Baal en el monte Carmelo, donde se realizó una competencia entre el poder de Jehova y el de Baal (vers. 17-40). Pero mientras reinó Acab, floreció el culto pagano de Baal. Es notable que Acab no se atreviera a dar nombres de Baal a sus hijos; todos los nombres conocidos de éstos: Ocozías, Joram y Atalía, contienen la forma abreviada de Jehová. Sin embargo, sus súbditos tuvieron menos escrúpulos en esto. Numerosos nombres personales de ese período y otros subsiguientes estaban relacionados con Baal (Abibaal, Baala, Baalzamar, Baalzakar y otros) según lo demuestran las inscripciones de fragmentos de alfarería hallados al excavar en Samaria.

Acab se hizo famoso por la "casa de marfil" que construyó (1 Reyes 22:39; Amos 3:15). Gran número de placas de marfil hermosamente talladas, que se hallaron en la excavación en Samaria, revelan que el interior de su palacio probablemente estuvo decorado con marfil. Los diseños son semejantes a los que se hallan en decoraciones hechas con marfil en Siria y Asiria.

Como guerrero, Acab tuvo un éxito limitado. Dos veces derrotó a los sirios. El botín de estas dos guerras victoriosas lo enriqueció mucho, y le valió concesiones económicas en Damasco (1 Reyes 20:21, 34). De ahí que, por un tiempo, llegase a ser uno de los monarcas más poderosos al occidente de Asiria. Cuando Salmanasar III avanzó por Siria, Acab se unió con sus anteriores enemigos para hacer causa común contra los asirlos, y reunió más carros que cualquiera de los aliados.  Esto se ve en la lista que da Salmanasar de sus adversarios en la batalla de Qarqar, conservada en una inscripción histórica grabada en una roca en la parte superior del Tigris. La inscripción declara que de los 3.940 carros que peleaban contra los asirios, 2.000 pertenecían a Acab, mientras que los otros 10 aliados habían reunido solamente 1.940. De los 52.900 soldados de infantería, Acab proporcionó 10.000. Cuando la batalla de Qarqar detuvo el avance de Salmanasar, Acab, consciente de su fuerza, se volvió inmediatamente contra Damasco para recuperar la posesión de la ciudad de Ramot de Galaad, en Transjordania; pero perdió la vida en esa batalla (1 Reyes 22).

12.11. Los reyes de Israel - Omri (885-874 AC).

Omri llegó a ser el fundador de una dinastía, cuatro de cuyos reyes ocuparon el trono a través de un período de 44 años (885-841 AC). Al principio Omri tuvo que luchar con otro aspirante al trono, Tibni, que tenía considerable apoyo de parte del pueblo. Sólo después de cuatro años de lucha interna, Omri pudo exterminar a Tibni y a sus seguidores (1 Reyes 16:21-23). Esto resulta claro por las declaraciones cronológicas de los vers. 15 y 23, que asignan los 7 días del reinado de Zimri al año 27 de Asa, y la ascensión de Omri al trono - como monarca único - al año 31 de Asa.

El reinado de 12 años de Omri fue políticamente más importante que lo que indican los registros bíblicos. Al escoger una ubicación estratégica para su capital, Samaria, hizo por Israel lo que David había hecho al elegir a Jerusalén. Esta colina, de unos 120 m de altura, estaba situada en una llanura en forma de taza y podía ser defendida con facilidad. Aparentemente nunca fue tomada por la fuerza de las armas, y sólo se rindió por falta de agua o alimento. Las excavaciones han confirmado el hecho insinuado en los registros bíblicos de que el sitio no había sido habitado antes del tiempo de Omri.  Al trasladar su capital a ese lugar, él comenzó a construir grandes defensas que fueron completadas por su hijo Acab.

No se sabe si Omri personalmente tuvo encuentros con los asirios, pero durante los siguientes 100 años los registros asirios se refieren a Israel como "la tierra de la casa de Omri", aun mucho después de que hubo desaparecido la dinastía de Omri. Su personalidad, su éxito político o sus empresas comerciales lo deben haber hecho famoso a la vista de sus contemporáneos y de las generaciones posteriores.

Omri entabló relaciones cordiales con sus vecinos fenicios, y casó a su hijo Acab con Jezabel, hija del rey de Tiro. Esta alianza introdujo el culto de Baal y Asera en Israel en un grado anteriormente desconocido (1 Reyes 16:25). También concedió franquicias económicas a Damasco y permitió que comerciantes sirios tuviesen puestos en los bazares de Samaria (1 Reyes 20:34). Puesto que Israel recibió privilegios similares en Damasco sólo después de una victoria militar sobre los sirios, parece que Omri fue vencido por los sirios, les cedió cierta parte de su territorio y les otorgó las concesiones económicas mencionadas.

Sin embargo, Omri pudo subyugar a Moab, como lo admite la larga inscripción de la famosa Piedra Moabita, donde Mesa rey de Moab dice: "Omri, rey de Israel, afligió muchos días a Moab, porque Quemos estuvo airado con su tierra". Cuán valiosa fue la posesión de Moab para Israel puede verse por el tributo pagado por Moab a Acab, hijo de Omri.  Se dice que dicho tributo ascendió - probablemente cada año - a "cien mil corderos y cien mil carneros con sus vellones" (2 Reyes 3:4).

12.10. Los reyes de Israel - Desde Nadab hasta Zimri (910-885 AC).

El impío reinado de Nadab (910-909 AC), hijo de Jeroboam, se interrumpió cuando fue asesinado por Baasa en la ciudad filistea de Gibetón.  Así terminó la primera dinastía (1 Reyes 15:25-29). Este terrible precedente se repitió vez tras vez, hasta que diez dinastías distintas hubieron reinado sobre Israel.

Baasa (909-886 AC) continuó hostigando a Judá, pero perdió el territorio que había ganado cuando fue atacado por Ben-adad de Damasco, que había recibido cohecho de Asa, rey de Judá (1 Reyes 15:16 a 16:7). La dinastía de Baasa terminó como la anterior. Su hijo Ela (886-885 AC) fue asesinado por Zimri, uno de sus generales, en su capital Tirsa, después de un reinado de menos de dos años (1 Reyes 16:8-10).

Zimri ocupó su corto reinado de sólo siete días en matar a todos los parientes y amigos de Baasa. Entonces Omri, otro general de Ela que fue proclamado rey por el ejército israelita, ocupado en ese momento en una campaña contra los filisteos, marchó contra Tirsa y tomó la ciudad. Comprendiendo que la resistencia era inútil, Zimri rehusó rendirse a Omri, prendió fuego al palacio y pereció en las llamas (vers. 11-18).
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